El mes de Agosto, se ha caracterizado siempre por ser el mes de las vacaciones, los reencuentros, las calles llenas de gente “con la fresquita” y sobre todo, el mes de las fiestas. Y esto en Nerva gusta, porque gusta salir, relacionarse y estar en buena compañía. Estamos, para bien o para mal, acostumbrados a tener una amplia programación festiva, complementada con los actos culturales que siempre vienen a llenar de color y actividad nuestro pueblo (exposiciones, certamen de pintura al aire libre, rally fotográfico, campeonatos deportivos, etc.); pero muy pocas veces se ha planteado realmente la posibilidad de aportar ideas, ayudar a confeccionar la programación o sugerir nuevas actividades; al menos de forma abierta y directamente a toda la población. Quizá esto, pueda llevar al conformismo, y a siempre esperar “a ver quien traen este año para la fiesta”, pero en ningún caso podrá evitar una visión critica de lo que se ha hecho, quien lo ha hecho y con qué medios o intenciones.
En general, las fiestas de Nerva, venían siendo de las más esperadas en la comarca, sobre todo porque sistemáticamente se alineaban en su programación dos o tres “artistas del momento”, y este era el aliciente perfecto que hacía que el resto del programa se viera un tanto ensombrecido por los nombres y renombres, de modo que casi nunca se planteaba nada novedoso (aunque los propios responsables dieran a llamarse a sí mismos “pioneros”, no sabemos de qué). Esta simple fórmula, nos ha permitido ver a importantes artistas por nuestro pueblo, y también a escuchar a la orquesta Expresiones año tras año (para que no perdiéramos la costumbre, los “pioneros” nos la dejaron contratada para este San Bartolo, ¡todo un detalle!).
Pero lo del último San Bartolo, quedará en nuestra memoria colectiva por varios motivos. Bien es verdad, que nadie tiene culpa alguna de que la lluvia tenga que hacer su aparición, precisamente en los días grandes y más esperados de nuestro calendario festivo. Pero dejar a un pueblo entero sin NI UNA SOLA alternativa en tan señaladas fechas, es cuanto menos, lamentable. En primer lugar porque no se trataba de un fin de semana cualquiera, y en segundo lugar, porque en Nerva existen lugares cubiertos con posibilidades para acoger a cierta cantidad de personas con todas las garantías necesarias (plaza de abastos, pabellón cubierto, pabellón del instituto...). La cuestión es anteponerse a la situación y querer satisfacer lo que en ese momento era una necesidad, y que únicamente requería trabajo y compromiso. Y una vez más se optó por el camino más fácil, que no solución.
Si hablamos de programación, lo que se anunciaba en el Nervae, en realidad no fue seleccionado por nuestros gobernantes. Otro atajo, por el camino más corto, fue contratar a cierta empresa para dar contenido a los cinco días. Y así les lució el pelo, con propuestas de atractivo discutible y que en muchos casos no se acercaban a lo publicitado (asiduos de la caseta de la juventud recordarán aquellas magistrales “clases de baile” en esas noches anunciadas como fiestas de “GO GO´S”). No es que pensemos que los conciertos y actuaciones no gustasen, pero lo que es innegable, es que no se puede pretender satisfacer a toda la población con tan pocos recursos, que en la mayoría de los casos, dejan a muchos rangos de edad sin alternativa alguna (que no sean las conocidas de cualquier fin de semana).
Y si hablamos de programación, hay que hablar también de programa. Parece ser que la memoria suele fallar cuando se llega al poder y se dejan de lado ciertas promesas electorales de las que se enorgullecían antes del 27M. Porque, ¿qué pasó con el día de la infancia?, ¿acaso se referían al grupo “Yupita”?, ¿dónde quedaron esas rebajas en las atracciones?...
Pero lo realmente preocupante es la falta de criterio. Porque si algo se hace manifiestamente mal, es bueno cambiarlo y rectificar. Lo que no es aceptable es cambiar algo porque el que lo hizo antes lo hizo así (estuviera bien o mal) y “YO”, que estoy ahora, lo hago “asá”. Muchos, no nos explicamos a qué vino traer al centro del pueblo ciertos homenajes que tradicionalmente se celebraban en el parque (espacio amplio, acogedor, con buena sombra...). Quizá fuera para darle uso a esa carpa que nos plantaron en medio del paseo, ¡que debía ser un cobijo muy agradable en Agosto a la una del mediodía!
Quizá se amparen en la excusa de que antes nos habían pedido “ayuda” para dar contenido a las fiestas, y a esa caseta de la juventud; o en la idea que lanzaban de “fiestas austeras”, que al final resultaron ser “fiestas pasajeras”.
PUBLICADO EN LA GARCETA, NÚMERO 7 (Octubre- Noviembre 2007)